domingo, 22 de julio de 2018

el patito feo




La señora Pata le disgusto mucho que su tercer patito demorara en nacer. Pero su molestia se encendió más al comprobar que era realmente feo y que sus otros patitos empezaron a burlarse de él.
Lo llamaron Patito Feo y desde entonces fue marginado, no solo por los vecinos de la granja, sino también por su propia familia. Y eran muy crueles, pues lo agredían, insultaban y hasta escupían sin compasión.
Desolado y triste, optó por alejarse de la granja en pleno infierno. No pudo avanzar mucho y cayó desvanecido. De no ser por el auxilio que le brindó una caritativa ardilla, el Patito Feo hubiera muerto congelado.
Mas, luego de ayudarlo, el pequeño roedor huyó asustado al notar que era muy feo esperanzado en hallar un poco de amor, siguió su camino.
Llegó así a una casita donde lo recibió una mujer que vivía con un gato y una gallina. Antes de acercarse, la mujer le susurró al mínimo: “si lo engordamos, quizás podemos venderlo”.
Pero el Patito Feo comía y comía y nunca engordaba, por lo que la ambiciosa mujer empezaba a desesperarse, mientras que el gato y la gallina, celosos por las atenciones brindadas, tiraban de sus plumas, le pisaban las patas y escondían su comida, al tiempo que le gritaban: “¡Patito feo, refeo, recontrafeo!”, riéndose a carcajadas.
Una tarde, al tratar de huir de las agresiones del gato, tropezó con un valioso jarrón lo hizo trizas. Fue suficiente.
La ambiciosa mujer lo expulsó a escobazos.
 Lloroso, caminó horas de horas. “¿Porqué, ¿Dios mío, nadie me quiere, porque soy tan feo?”
                se cuestionaba.
Llegó así al borde de una laguna donde que se acercó un hermoso cisne para preguntarle: “¿Qué haces aquí, pequeño granuja?”.
“Yo no soy granuja, señor –respondió asustado-, y me llamo Patito Feo…”.
Y el cisne lo aclaró: “¡Qué pato ni nada!, ¿es que no te has mirado en un espejo?”.
El Patito se excusó: “Dicen que soy muy feo”.
“¡Bah, pamplinas! –dijo el cisne-. Mírate en las aguas de esta laguna”.
El Patito Feo se miró en las aguas y se vio igual de horrible.
En eso llegó otro cisne y, dirigiéndose al Patito, le dijo: “¡Hasta que apareciste! Tus padres andan como locos buscándote “.
Ahora lo entendía. Los huevos se habían confundido. ¡Era un cisne y no un patito feo! Sin embargo, jamás renegó de su pasado y, ya adulto, lucía su belleza como un hermoso cisne. ¡Y fue muy dichoso!

¡Quién sufre aprende y se supera!
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El patito feo

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